Atzcapotzalco

Atzcapotzalco
a principios del siglo XX

lunes, 31 de agosto de 2009

Época Prehispánica.

Época Prehispánica.
En el hoy barrio de Amantla los arqueólogos han encontrado vestigios materiales del primer asentamiento humano en Atzcapotzalco, éste surge en el periodo Preclásico o Formativo Medio (también llamado Arcaico o de los Cerros), durante la fase Zacatenco, con fechas que van del 800 al año 400 a.C. Este asentamiento se construye cercano a la aldea agrícola de Tlatilco, en Naucalpan, Estado de México, la que se caracterizó por una fuerte integración y jerarquización social así como un conjunto de creencias riguroso y elaborado.
La aldea de Amantla se establece en la planicie aluvial a las márgenes del río Hondo y del lago de Tezcoco, esta comunidad agrícola se comportaba como una entidad política autónoma de Tlatilco que explotaba los recursos naturales de las partes altas, el pie de monte, la planicie y el lago.
Durante el periodo Preclásico Amantla fue una comunidad agrícola sedentaria autosuficiente con una economía mixta: caza, pesca, recolección y comercio; entre los recursos naturales disponibles que aprovecharon están aves, peces, tortugas, conejos, liebres y venado, cuyos restos óseos se han encontrado calcinados, cocinados, masticados y probablemente algunos de ellos fueron usados como herramientas.
En el interior de sus casas el fogón ocupaba el sitio central, además tenían áreas donde desarrollaban diversas actividades, la producción era familiar, manufacturaban canastas, petates, cuerdas, redes, bolsas y cerámica, mismas que eran utilizadas en las actividades domésticas y para intercambio. Empleaban agujas de hueso para la elaboración de textiles, bordados, unión de mantas, sandalias y mallas. En el exterior de las casas criaban a sus animales domésticos, perros y guajolotes, mismos que consumían ya que sus restos se han encontrado calcinados, cocinados y masticados.
Practicaban el culto a los muertos enterrando los cuerpos en fosas al interior o cerca de las casas, algunos de manera flexionada, la ofrenda consistía en herramientas, vasijas y figurillas.
Para el siguiente periodo, el Clásico (del año 1 al 750 d.C.), Amantla va a tener su máximo esplendor el cual se va a reflejar en la extensión del asentamiento y su larga cronología. Durante este periodo el sitio arqueológico más importante es Teotihuacán, alrededor de él y de Atzcapotzalco se ha creado una leyenda que cuenta que a la caída, destrucción y abandono de la Ciudad de los Dioses (entre los años 650 y 750 d.C.), su clase dirigente se establece en Amantla convirtiendo a este lugar en la capital del Valle de México.
Sin embargo, hoy sabemos que lo anterior no es cierto y que Amantla va a llevar una vida paralela a la de Teotihuacán, compartiendo además sus rasgos culturales. Entre el año 1 al 200 d.C., el Altiplano Central de México va a ver el desarrollo de la Ciudad de los Dioses, como el primer estado que concentra una gran población, poder político y comercial. Debido a la erupción del volcán Xitle, Cuicuilco es abandonado así como otros asentamientos concentrándose su población en Teotihuacán.
Amantla parece no escapar de este destino y la mayor parte de su población se traslada a Teotihuacán, sin embargo, desde el año 200 d.C., vuelve a repoblarse el lugar siguiendo el patrón de una aldea dispersa. A partir del año 450 d.C., Amantla va a tener su apogeo, el sitio crecerá hasta convertirse en un centro provincial, la ciudad más grande después de Teotihuacán, entre 300 y 400 hectáreas, abarcando los actuales barrios de Amantla, Ahuizotla, Tomatlán, Acayucan y gran parte de los terrenos de la Refinería de Atzcapotzalco.
Sus habitantes viven en conjuntos habitacionales cuyos cuartos se hallan alrededor de patios, éstos se edifican con piedra, tierra y madera, los que son recubiertos con una capa de cal y tepetate molido para crear los aplanados de muros y pisos.
Cabe señalar que debido a que Teotihuacán acapara la mayor parte de las materias primas, los habitantes de Atzcapotzalco tienen que abrir rutas de comercio hacia otras regiones para poder abastecerse sin el apoyo de Teotihuacán. Así tenemos que buena parte de la obsidiana que se ha encontrado no procede de las minas teotihuacanas de Otumba y Pachuca, sino de Michoacán.
Tal y como podemos ver, los pobladores del Atzcapotzalco Clásico tenían diversos oficios entre los que se encuentran los alfareros, lapidarios, constructores, canteros, leñadores, comerciantes, tejedores, campesinos, así como dirigentes y sacerdotes. Su religión estaba dedicada al culto de deidades como Tláloc, Chalchiutlicue, el Dios Gordo, Yacatecuhtli, Huehuetéotl y Quetzalcóatl.
Grandes cambios debieron ocurrir para que se desmoronara la organización teotihuacana, con estos cambios los habitantes de Teotihuacán y los atzcapotzalcas-teotihuacanos se dirigen hacia el Valle de Toluca mientras otros grupos llegan del norte para asentarse en las ruinas que dejaron los anteriores.
En 1919, Alfred Tozzer exploró un montículo entre Amantla y Ahuizotla que se conocía como la Loma Coyotlatelco, esta investigación fue de gran importancia ya que por vez primera se definió la cerámica a la que se nombró con el mismo nombre: Coyotlatelco, marcador del periodo comprendido entre el abandono de Teotihuacán y el surgimiento de Tula, es decir, entre los años 750 al 900 d.C. o Epiclásico.
El sitio Coyotlatelco de Atzcapotzalco ocupó el área de Amantla, aunque la extensión y la población se redujeron, se calcula que ésta debió de medir ocho hectáreas, no presenta arquitectura propia sino que utilizó las ruinas del asentamiento teotihuacano. En comparación con otros lugares como los cerros Portezuelo, Tenayo, de la Estrella y aún Teotihuacán, Atzcapotzalco no debe considerarse como un centro regional para esta época, sino como una villa dispersa quizá dependiente del asentamiento de Cerro Tenayo.
Entre los años 900 y 1100 d.C. (Postclásico Temprano) va a ver su apogeo Tula, al parecer varios de los asentamientos Coyotlatelco van a formar parte del Estado Tolteca, aunque en otros volverá a ocurrir un despoblamiento. En el caso de Amantla no tenemos hasta el día de hoy indicios de la presencia tolteca, pero esto no ocurre en el barrio de Tlilhuacán y en Atzcapotzalco donde si se ha encontrado cerámica tolteca.

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