Atzcapotzalco

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a principios del siglo XX

domingo, 15 de febrero de 2009

LA LEYENDA DE LOS AHUEHUETES

LA LEYENDA DE LOS AHUEHUETES
Roberto Reyes

No sé porque generalmente se asocia la idea de leyenda con relatos de fantasmas o con cuentos de aparecidos. Recuerdo que alguna vez leí un libro acerca de Cid Campeador -aquel que ganó batallas después de muerto- y el autor, al referirse a este hecho, terminaba diciendo: ?y desde entonces salió de la historia para entrar en la leyenda?, y tal parece que los espantos y los aparecidos se empeñan en ganar batallas después de muertos, aunque ésta sea la batalla de la supervivencia en la memoria de algunos honorables antepasados.
Y como desgraciadamente estos acontecimientos siempre han pasado de boca en boca, resulta algo más o menos como esto, en el decir del bisabuelo
Yo recuerdo que en un caserón que estaba por allá, por el rumbo de los Ahuehuetes, vivía una buena mujer que era muy piadosa. Quién sabe que clase de vida haya llevado en su juventud y a lo mejor, queriendo lavar sus pecados, se dedicaba en cuerpo y alma a socorrer a los necesitados, nadie que llegara a verla se iba con las manos vacías.
Pero resulta que un buen día no llegó a la misa del alba, como era su costumbre, y que van encontrando muerta a la pobrecita. ¡Cómo le lloraron! Cuentan que el último día del novenario se les apareció como flotando en el mismo cuarto donde murió y con una cara de tristeza que partía el alma. Desde entonces, cada noche de luna llena se aparecía a alguna de las muchas gentes a las que había socorrido en vida, como preguntándoles si necesitaban algo.
Mi padre me contó que en una casita que estaba pegada al ahuehuete más frondoso de la calzada vivía una mujer que había llevado una vida muy licenciosa, pues cuando joven vivió llena de lujos, comodidades y agasajos, volviéndose después muy religiosa cambió totalmente de vida. Era la más piadosa, la más cristiana, la más caritativa.
Un día se le presentó un fulano y la mató sin más ni más, delante de medio mundo, desde entonces en noches muy oscuras, se oye que aúlla un perro, allí aparece como flotando la difuntita, dicen que las muchas misas que le han mandado decir no han valido y se sigue apareciendo porque murió sin confesarse.
Son varias las almas en pena, ¡claro que las hay! Yo conozco algunas personas que juran haber visto a una figura que es como una nube en forma de mujer, cuando antes del amanecer van a su trabajo por la calzada de los Ahuehuetes. Todos están de acuerdo con un detalle muy curioso: se les adelanta en el camino, bien despegada del suelo, como si fuera volando y de repente se voltea para tomar la forma de una mujer totalmentesnuda que les hace señas para que se acerquen, pero no la ven las mujeres, nomás de los hombres.
Mi padre me contó sobre esas mujeres que se aparecen los viernes primeros de cada mes, a eso de la media noche, cerca del ahuehuete, allá en la calzada y pobre del hombre que las mire porque queda deschavetado, Dicen que se anuncian, porque al principio se oye un murmullo, como si rezaran a lo lejos, luego se escucha un coro tan bonito que parece que cantaran los mismos ángeles para terminar armando una gritería que hagan de cuenta que son gritos salidos del mismo infierno.
¿No han visto por ahí, por el Jardín Hidalgo a un tipo que de repente pela tamaños ojotes y que en vez de hablar hace unos sonidos como si las palabras se le anudaran en la garganta? Pues dicen que ese fue testigo de una de esas cosas que les llaman aquelarres.
Yo quisiera saber si estos hechos son ciertos, tengo ganas de ir a comprobarlo, pero el caso es que no me atrevo a ir solo, ya he invitado a mis amigos que presumen de ser muy valientes, pero nadie se atreve,
Estas son historias no escritas y que gracias a la memoria de unas cuantas generaciones se han convertido en leyendas.
Informante: Roberto Contreras, vecino de la calle de Tebas, Col, Clavería.

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